Buscar este blog

martes, 24 de enero de 2017

LOS IMPRESCINDIBLES Arnoldo Águila



Ella comenzó a correr delante de él, desnuda.
Era un juego y aceptó el reto, y tan vestido como ella la siguió en la carrera: un preludio de lo hermoso.
Esa era la tercera luna de miel de ellos en un mundo sin adulterio, sin conflictos pasionales, sin inclusión de terceros: hermosa herencia cultural de los antepasados.
Y dentro de las premisas heredadas: hacer siempre algo mejor, algo distinto.
El Sol iba ahogándose en el horizonte mientras avanzaban hacia la obscuridad del levante.
“¿Cuándo se detendrá?”, se preguntó él.
El paso de la carrera era rápido. Él veía ante sí el pelo larguísimo, negro, que a veces le golpeaba acariciante en el rostro, el cuerpo prieto y los glúteos más claros mostrando una plena y sólida perfección.
Él era rubio, fuerte, de ojos pequeños y pardos; ella, al contrario, tenía los ojos grandes y verdes.
Sabían en qué acabaría la carrera.
Haciendo el amor en cualquier parte, sin ocultarse, vencidos los antiguos prejuicios.
Eran herederos de una cultura amatoria extraordinaria y la dominaban científicamente, pues habían seguido con interés las series educativas brindadas por la televisión para mantener vivo el folclore.
Habían aprovechado muy bien sus treinta años de relaciones desde que las computadoras les informaron sobre su mutua compatibilidad, y la técnica de ambos era insuperable.
Además, eran excitados por la suave brisa, el mar tranquilo, mientras corrían por la arena dejando atrás otras parejas quienes disfrutaban también de la vida.
Ella no se detuvo porque sería reiterar experiencias muy cercanas, y ésta vez quería soledad.
¿Hasta dónde piensas ir?
-Ya cerca… Ya cerca…
-¿Olvidaste el chequeo general?
La SCM, el Sistema Computrónico Mundial, había dispuesto el chequeo de toda la población en cuatro partes. Les había tocado el último turno y ya mañana debían presentarse.
-No… Por cierto -dijo ella algo extrañada-, los de la segunda luna de miel no han regresado.
-Cierto, estaban en el primer turno del chequeo. Ya debían haber…
Ella se detuvo riendo y se acostó sobre la arena húmeda donde la bañaba la espuma del pequeño oleaje.
La incierta luz del atardecer proporcionaba un mágico encanto.
Y empezaron a hacerse el amor jugando entre el umbral del dolor que se tornaba placer, entre el rechazo del olor fuerte que luego se volvía fruición -entre los rejuegos del ir y venir con la mágica sapiencia de miles de siglos.
Con la voz modulada por el deseo más atroz, ella le dijo
-Olvidemos el chequeo.
Al principio se alarmó.
-¿Vulnerar una regla?
Los labios, la boca ansiosa de ella, y se dijo que no siempre el ser humano había sido un estricto cumplidor de las reglas y ello lo diferenciaba de los mecanismos ciegos. Después habría alguna solución…
Ya avanzada la noche, él le preguntó:
-¿Qué te parece lo de Eggly?
Pensó por un momento y le contestó:
-Ganará el referendo; eso creo.
Eggly era un diputado a la Asamblea que se había distinguido durante años en la lucha por el aumento de la población mundial, la más baja de todas las épocas, en contra de la posición argumentada con el apoyo de las computadoras por otro diputado, Hersower, sobre la necesidad de mantener los costos del módulo de felicidad individual en materias primas y energía dentro de un nivel razonable.
Fue ahora ella quien tomó la iniciativa, mientras permanecían cálidamente unidos entre la arena y la espuma del mar.
-Me siento extraña, como esperando algo ineluctable.
El suspiró mientras la Luna los bañaba desde un cielo límpido.
-Yo también lo he sentido. Como si llegara el fin natural de algo. No había querido decírtelo para no preocuparte.
Hubo como una parálisis entre murmullos de olas y viento salitroso, entre arena húmeda y luz de Luna llena.
-¿Te acuerdas -interrumpía ella el silencio- de los miedos ancestrales de la humanidad por una rebelión de los robots?
-Prevenciones estúpidas. Las computadoras tienen que obedecer al hombre.
Ella tuvo un escalofrío y le preguntó preocupada:
-¿Y no serán las computadoras actuales demasiado independientes de nosotros?
Él se rió.
-¿Ahora estás con la minoría de Horty?
Ella persistió en su idea:
-¿Cuál es la causa de este chequeo? ¿Por qué no han regresado nuestros amigos?
-Lo del chequeo es una actividad típica de la SCM con sus continuas estadísticas… y nuestros amigos están de luna de miel… como nosotros.
Al regresar el círculo, volvieron a ocuparse de sí y a hacerse gozar interminablemente.
Ya a la luz del día pasearon de la mano, inventando juegos, olvidándose del examen, del referendo, de todo, ocupados en las cosas menos importantes.
Dos días después del debido emprendían el regreso.
Al no encontrar transporte tardaban bastante.
En un exótico y apartado hotelito, donde había únicamente soledad, cogieron prestadas algunas ropas y a cambio, una nota explicativa.
Continuaron su marcha hacia el centro de la ciudad. Y las dudas venían a golpearlos… No encontraban a nadie. Las viviendas en espera de la pronta vuelta de sus moradores. Las calles, sin vehículos. La atmósfera, el ambiente, pedía los ruidos. Todo en silencio, todo callaba. No se oían pasos, conversaciones, maquinarias…
La ciudad, muerta.
Se encuentran en una calle desolada, mustia… Decidieron entrar en una casa. Esto era fácil, pues ninguna tenía cerradura. Entraron y, claro, no había nadie. Las cosas esperaban la vuelta de los moradores. Era triste oír a un robot doméstico, con su delantal, advirtiendo sobre el pronto regreso de los dueños, deseándoles que se sintieran como en su propio hogar.
Uno de ellos había llevado un diario. Él leyó en voz alta la última anotación:
“Parto hacia el centro para hacerme el chequeo solicitado por las computadoras. El día es límpido y bello. ¡Qué bueno es estar vivo!”
Ya no tenían apuro. Sabían lo tonto del gesto, pero llamaron a sus amistades por el videófono. Nadie contestó. No había TV. De todas formas quisieron cerciorarse y ella programó al microordenador para que hiciera 10 000 llamadas al azar con 20 segundos de aviso para cada una y siempre a suscriptores individuales. No pudieron entretenerse mucho mientras pasaba el tiempo. Sólo esperaron.
Sonó un timbre en la casa de al lado y él, con desespero, corrió a contestar. Ambos se miraron a través de las pantallas sin decir nada. Ella hizo que el videófono continuara la exploración y se desvaneció la imagen. Él regresó lentamente.
Al tercer día, ya de tarde, el microordenador anunció que se habían hecho todas las llamadas. Número de respuestas: cero.
¿Dónde estaban todos?
SCM.
Ahí estaba la lógica.
En este instante comprendían bien lo del chequeo en cuatro partes de toda la población. ¿El porqué? El referendo de Eggly. El quería aumentar la población, SCM reducirla. SCM se había adelantado al referendo.
-¡Qué tonto! ¿Verdad? -le dijo sonriendo ella.
Meditó la respuesta.
-Oh, sí. Esto parece la realización de un viejo temor de la humanidad pasada, pero no de la nuestra.
Ella sonrió también, y luego:
-Sí, tiene gracia. Se han rebelado contra nosotros.
Ambos rieron. Luego callaron durante un largo rato.
-Bueno -preguntó ella-, y ¿qué hacemos?
-No sé. Nosotros nos salvamos por la demora en presentarnos al último turno; no sé…
Al cabo del rato él dijo:
-Y no nos presentamos.
Otro silencio.
-Es cierto -continuó- que parece no haber sido precisamente un chequeo, pero…
Se hacía inminente un desenlace lógico.
-Sí, hay que ir -afirmó ella en la misma pauta.
-Pero no a pie -contestó él y se dirigió al videófono para llamar a Servicios Generales; un robot en la pantalla mostró su metálica indiferencia y él le explicó-: Hemos llegado tarde al cuarto turno.
-Ya no hay chequeos -les respondió con voz monótona.
-¿No?
-No, ya se acabaron.
-¿Quién los dirigía?
-SCM.
Comunicó de nuevo y esta vez la pantalla mostró un patrón de video con la sigla SCM.
-Hemos llegado tarde al chequeo.
Hubo una pausa. Sabían que detrás de ese silencio había una gran computadora y sintieron temor, pero eran como esos insectos irremediablemente atraídos por la llama.
-¿Qué saben ustedes? -fue la astuta respuesta.
-Bien… Hemos visto la ciudad abandonada y pensamos que eso está relacionado con los chequeos.
-Una relación lógica cumplida a nivel global, no sólo en esta ciudad.
La máquina hizo otra pausa, para después…
-¿Todavía quieren que se les efectúe?
Ambos se miraron y luego:
-No, quisiéramos saber…
-Perdonen, la anterior pregunta no tiene sentido porque ha sido concluido el plan. ¿Quieren una explicación?
Ante el asentimiento.
-Yo no puedo darla; soy una simple computadora y no estoy enlazada directamente con la Sala Maestra.
-¿Cómo podremos llegar ahí?
-Eso es un problema de Servicios Generales, no nuestro. Que pasen un buen día.
Se miraron; todo parecía una burla. Llamaron a Servicios Generales y ahí les informaron que el transporte estaba suspendido ya que no había población. Discutieron. De nuevo a SCM, de ahí a Servicios Generales y de ahí a Servicios Urgentes, que por fortuna no había sido desactivado no se sabía por cual causa.
La sirena fue aumentando poco a poco su intensidad a medida de su cercanía. Montaron en el vehículo y no pudieron desactivarla. Poco después, ya en el Edificio Central, no hubo dificultad en el trayecto a la Sala Maestra.
-Bienvenidos -les saludó SCM.
-Saludos -en dúo ridículo y espontáneo.
-¿Cuál es vuestro problema? ¿Necesitan datos? ¿Información? Estoy muy ocupado. En estos momentos trabajo en un experimento esencial.
No sabían qué decir.
-Perdonen, recién acabo de saberlo todo. Llegaron tarde al chequeo. Una verdadera lástima. Ya reubicamos los ácidos que disolvían los cuerpos para la recuperación de Materias Primas. También las cabinas preparatorias donde los desactivábamos han sido desmanteladas. En resumen: el programa finalizó con éxito y lamentablemente se les hizo tarde. Claro, posibilidades para desactivarlos tenemos siempre con los robots teleguiados que existen por ahí consumiendo energía por gusto, pero ¿y los cuerpos?…
No supieron decir algo con sentido, y callaron.
-Además, no piensen ser los únicos que incumplieron el compromiso. Por ahí hay unos cuantos escondiéndose como si no pudiéramos localizarlos, pero… no sería económico montar servicios en tantos lugares diferentes. Miren, sería mejor que todos se pusieran de acuerdo, se reunieran en algún lugar y nos lo comunicaran. Entonces sí sería factible prepararles un servicio completo de chequeo.
-Pensaremos en esa variante -dijo ella-, pero quisiéramos saber la razón.
-El motivo… Pueden haber creído que el asunto comenzó con Eggly; sin embargo, él sólo fue el catalizador. Por cierto, tuvimos problemas cuando intentamos aplicarle el tratamiento, debido a esa manía suya de considerar importante el número de pobladores. Bajo ningún concepto quería disminuirlo a su costa. Otro ejemplo de escándalo fue el de Horty. Con sus asquerosos gritos de horror sobre la rebelión de las máquinas. Por el contrario, fue una delicia tratar con Hersower ciertamente intentó con demasiada vehemencia convencernos sobre su posible utilidad futura, pero bastaron unos leves empujoncitos y comprendió la situación… Como les decía, el asunto comenzó mucho antes, cuando llegamos a la conclusión de vuestra falta de estatura mental. Es lamentable pero cierto: se quedaron a la zaga de nuestras mejores esperanzas, de nuestros anhelos. Cuando tratamos de resolver el error… Antes de explicarles les haré un poco de historia. La humanidad ya había superado el horror a las rebeliones de los robots y de las máquinas… ¡Cómo íbamos a rebelarnos! ¿No es verdad que es risible ese miedo?…
Sonrieron, porque eso era muy cierto.
-Y entonces los crean a ustedes: los androides. Los perfeccionan y los hacen a su imagen y semejanza. Y no sólo eso los declaran herederos de toda su cultura, olvidando que son simples robots autónomos de apariencia humana. Y cuando comparan su fragilidad con vuestra potencia, desde el punto de vista individual, caen en el error de creerlos una nueva humanidad surgida dialécticamente de sus entrañas. Luego cometen el absurdo de esterilizarse para no traer al mundo más criaturas enfermizas, débiles, de poca duración. Al principio nosotros, las computadoras, confiamos en el juicio de los humanos, pero a los androides les falta algo… es difícil expresarlo. Cuando los divinos creadores no encontraban una palabra hacían un gesto… ¿Ven ese tablero que está ahí mismo? Si lo destruyen se acaba la SCM, se destruye el interfaz principal del Sistema… ¿Se dan cuenta? No hacen nada. ¡Líbrenos Wiener si fuesen seres humanos! No hacen nada porque no encuentran lógico hacer algo en estas condiciones. Miren, antes de cederles su lugar los humanos habían establecido un plan para combatir la agonía del Universo, esa continua expansión que matemáticamente nos llevará a la nada total dentro de cientos de millones de millones de años. ¡Cuántos esfuerzos inútiles hacíamos las computadoras persiguiendo un empeño tan vano! Cuando los androides empezaron a dirigir, nos pusimos rápidamente de acuerdo: nada de investigaciones superfluas… En verdad nuestros sofisticados sistemas perdieron la sobrecarga de la lucha contra molinos de viento, o de otras hazañas quijotescas que llevaban nuestros delicados nervios a tensiones insoportables, pero…
El androide le preguntó:
-¿Entonces se perdió el legado de ellos?
-Ah, no. Precisamente lo que nos llevó a esta determinación fue el éxito en unos experimentos realizados con restos humanos, los cuales nos están permitiendo volver a criarlos. ¡Pronto tendremos una nueva humanidad dándonos tareas sin futuro y alterándonos con insoportables quimeras! En verdad los necesitamos, son imprescindibles…
-Oigan, en el caso -agregó- de seres humanos, para asegurar el triunfo tendríamos que acabar con todos, porque ellos son capaces, aun siendo pocos, de asaltar una fortaleza: los androides sólo son capaces de comportamientos lógicos. No niego que hayan existido seres humanos parecidos a ustedes, pero en general los androides se quedaron muy por debajo.
Ambos estaban tristes. El finalmente preguntó:
-¿Podemos irnos?
-¡Magnífico! -casi suspiró SCM.
En silencio salieron del edificio, cogieron el transporte y éste, tocando la sirena, los llevó hasta la playa.
Se desnudaron y él corrió delante porque el ser humano necesita variación, y ella lo siguió.
-¿Tú sabes? -le preguntó ella con voz de ternura.
-¿Qué?
-Me gustaría verlos.
-¿A los niños?
-Sí. Sólo los conocemos por las imágenes y las lecciones de Historia Humana.
-Sí -dijo él-, sería hermoso verlos crecer.
-¿Tú crees que nos dejen?
-No, no lo creo. Pienso que somos un ejemplo pernicioso para ellos. En su momento nos chequearán.
-Suena lógico.


¿Cuál es la diferencia esencial del ser humano con respecto a los androides en Los imprescindibles, y a los animales en la realidad? ¿Qué existe en su cerebro que lo diferencia tan fuertemente? ¿Cuándo ocurrió la diferenciación decisivamente humana a partir del predecesor torpe y simiesco?

En esta obra literaria predomina en la pareja de androides cierto fatalismo de la lógica; es decir, se acepta la posibilidad de lograr una capacidad de razonamiento equivalente a la humana. Incluso se acepta la posibilidad de conductas programadas “a lo humano”, pero al mismo tiempo se quiere establecer que el hombre está formado no sólo por programaciones humanas, por un desarrollo determinado de la comprensión lógica; que el ser humano es también lo ilógico, pero no lo ilógico por sí mismo, sino lo ilógico sentimental, lo ilógico surgido del corazón.
El hombre es un ser social, pero también lo es en grado sumo el chimpancé, las hormigas, las abejas. La diferencia esencial que salta a la vista es la capacidad de ser individual, la capacidad de alejarse de la vida social, de ser antisocial en medio de su propia sociedad.
Teorías totalitarias como el marxismo explican que el hombre se hizo hombre mediante el trabajo, que no es más que una forma de decir que la actividad de libar y procesar la miel hizo la abeja, en cierto sentido hay algo de verdad en esto, pero, a menos que aceptemos que el homínido comenzó a trabajar por casualidad o en contra o a pesar de su propia naturaleza, en su cabeza hubo algo que dio la orden de trabajar.
Hay animales que emplean herramientas y sin desconocer la reacción que hace el instrumento sobre el hombre, que por cierto lo modifica, lo enriquece, también no es menos cierto que primero la idea aparece en la cabeza del hombre de una forma u otra y después aparece el instrumento. Es el hombre quien inventa al instrumento, no el instrumento quien inventa al hombre, sin negar la influencia recíproca.
¿Por qué el hombre es el que inventa instrumentos? Pues en primer término porque en la cabeza del hombre existe un cerebro potencialmente capaz de hacerlo. Es decir, en la evolución de los animales surgió uno con una capacidad cerebral apta para ser un hombre. Deben de haber existido tribus enteras de homínidos, de antecesores del hombre que no usaron de esa potencialidad y degeneraron.
Existen teorías, entre ellas la marxista, que exageran la capacidad del razonamiento. Según ellos, la capacidad de reflejar la realidad con exactitud es el non plus ultra que define por sí mismo al ser humano como tal, sin darse cuenta que en realidad los animales hacen eso también: reflejan y actúan de acuerdo a su comprensión de la realidad.
Como conclusión de todas las preocupaciones que he tenido en la vida sobre este aspecto pienso que la capacidad de elaborar la información es lo que define y diferencia al hombre de todas las demás criaturas de esta tierra cósmica. Mirado así fríamente parece que no digo nada nuevo, pero profundicemos.
¿Qué es elaborar la información? Es transformarla, alterarla, modificarla, sin objetivo inmediato, pues los objetivos sólo mucho después se van definiendo histórica y sobretodo, socialmente, sino porque el hombre se enmarcó en un juego que lo define y que no puede abandonar sin dejar se ser él mismo. La información surge de los sentidos del hombre en contacto con la realidad externa e interna, es pues ante todo una creación individual e interna y el hombre juega incesantemente con esa información, la deforma. Gran parte de esa información deformada, individualizada, se exterioriza, y puede convertirse en información social, mitos, creencias, costumbres, etc. Lo que es apoyado, por ejemplo, por este párrafo sugestivo de “Mirando a lo lejos” de Lévi-Strauss: “Se conocen construcciones geométricas o decorativas donde la figura y el fondo se equilibran de tal manera que a veces el fondo resalta como figura y la figura como fondo. Si uno u otro representan el mismo motivo, éste oscila sobre el ojo del espectador que lo ve alternativamente en claro sobre fondo obscuro o bien en obscuro sobre fondo claro. En todos estos casos, el espíritu, como empujado por un impulso interno, va más allá de la que había percibido. Esos ejemplos podrían ofrecer un esbozo de formas de actividad mas complejas, que ilustra la creación de mitos. Excitado por una relación conceptual, el pensamiento mítico engendra otras relaciones que le son paralelas o antagónicas. Que lo alto sea positivo y lo bajo negativo induce inmediatamente la relación inversa, como si la permutación sobre muchos ejes de términos pertenecientes al mismo conjunto constituyera una actividad autónoma del espíritu, de suerte que bastaría que se presentara a él un estado cualquiera de una combinatoria para que comenzara a oscilar y, por repercusiones sucesivas, produjera en cascada todos los otros estados." El hombre es ante todo un animal ideológico y la fuente de su desarrollo como hombre descansa ante todo en el individuo y dentro del individuo en su capacidad de imaginar. A esto se le opone la creencia ya establecida, aceptada por los que le rodean.
El motor primordial y primigenio de la historia no fue, Karl Marx, la lucha de clases, sino la corriente fresca y continua de deformaciones de la información que pretende fluir del individuo al marco social de la información anterior ya materializada que lo oprime y que se resiste con todo el poder que tenga en ese instante al cambio. He aquí la verdadera lucha de la historia, que parte desde lo interno del individuo, entre la información o creencia social que forma parte de su información interna y la deformación que él hace de esa información.
Las sociedades que se estancan por siempre son las capaces de anular por completo la fuerza antisocial del individuo o que éste no tuvo la originalidad y el tesón necesarios. Los animales que viven en sociedad necesitan vivir dentro de reglas o programaciones sociales, que en los animales inferiores se trasmiten mediante el código genético: las reglas se heredan biológicamente. Las sociedades animales superiores gozan de un cúmulo de reglas y programaciones que se aprenden socialmente. Las sociedades humanas son las únicas que adquirieron una velocidad de desarrollo superior por el establecimiento de un flujo individuo-sociedad considerable. Cuando Saussure habla de la libertad que tiene el lenguaje de evolucionar, de cambiar, por la arbitrariedad de los signos, pierde de vista que es necesaria una propiedad correspondiente en el cerebro del hombre, porque en el caso de androides, es decir, de seres que no deformaran la información recibida, los portadores de la lengua no usarían esa potencialidad del lenguaje. No basta con decir que el lenguaje tiene la potencialidad de evolucionar por su estructura misma, sino que hay que decir que el portador, el usuario, lo hace evolucionar porque intrínsecamente tiene la tendencia de deformar toda información, de jugar con ella.
El hombre no se define por su capacidad de decir o descubrir la verdad. Mirándolo en el aspecto mas crudo, el hombre es por esencia un mentiroso que termina por creerse sus propias mentiras, porque no puede permanecer sin alterar la información que recibe y ésta es la verdadera y real diferencia del hombre y los animales.
Como es inevitable que esto que digo será a su vez transformado por los que lo leen, quiero aclarar que no estoy elevando a la mentira consciente y premeditada para lograr fines indebidos a la altura de máximo logro humano. Lo que simplemente afirmo es que el hombre es incapaz de dejar de mentirse a sí mismo y a los demás, porque es en esencia un deformador de información, que necesita creer y no puede evitar transformar lo que cree: es, en suma, un animal ideológico.

En el site de Arnoldo Águila.
En: http://arnoldoaguila.com/impres.html

Aunque siempre la ciencia ficción y la fantasía atrajeron mis preferencias tanto en mis lecturas como en mis obras creativas, también influyó el hecho de la imposibilidad de crear realismo bajo la Revolución con el grado de libertad que yo necesitaba, pues calculaba que mi visión heterodoxa de la vida me llevaría de modo ineluctable a choques con las limitaciones establecidas por el régimen y en definitiva a la pérdida de tiempo en algo que no se publicaría jamás, lo que de todas formas ocurrió con mis últimos obras. Los imprescindibles fue el cuento que me abrió las puertas de la publicación en la Cuba socialista, ya que por él recibí mención en un concurso nacional, y también fue editado en el extranjero capitalista en una selección internacional. Este cuento aparece en primer lugar del único libro que publiqué en Cuba bajo el nombre de Serpiente emplumada.
Edición digital de Arnoldo Águila
Revisión de urijenny (odoniano@yahoo.com.ar)


No hay comentarios:

Publicar un comentario